domingo, 28 de abril de 2013

Diario (65) 12 de abril de 2003


                 10:50 Todavía no han llamado para recoger la medicación. Ayer noche el asturiano volvió a bromear con el abuelo, quien de nuevo se enfadó. ¡Qué paciencia! Acabó llorando pero finalmente ambos se dieron un apretón de manos y se reconciliaron.
                El abuelo no ha querido que lo bañe. Se levantó de mal humor. El asturiano le regaló dos camisetas y yo un cinturón. Seguimos sin que respondan a la instancia en que le solicitamos ropa. Se desespera. Además, creo, se ha orinado en la cama esta noche y por eso está más malhumorado que de costumbre. Desde que ha llegado nadie lo ha visitado y no lo han llamado para ninguna revisión médica. Es difícil entender el modo de proceder que tienen en prisión. Un hombre tan mayor y que llega del hospital ¿no debería tener un seguimiento especial? Interno parece sinónimo de animal, aunque creo que hay animales mejor tratados.
                Hago limpieza diaria en la celda y los aseos pero no soy capaz de que el olor a talego se vaya. Estoy un poco obsesionado con el tema de la limpieza pero se debe a que ya en la otra ocasión en la que estuve aquí sufrí una invasión de esos bichitos, parásitos, que se adhieren a la piel y te chupan la sangre. Comienzan por las zonas genitales y se extienden por todo el cuerpo. Voy a pedirle al ATS un gel antiparasitario, por si las moscas. Mejor prevenir. Me ducho a diario y lavo mi ropa personalmente, no la envío a la lavandería. Alguna incluso la mando a casa. Quizás la cortina de la ducha es la responsable.
                Son las once y no avisan para recoger la medicación. Es increíble. Si un día llegas dos minutos tarde a recogerla te echan una soberana bronca pero cuando son ellos quienes se retrasan, hoy ya dos horas, no puedes decir nada.
                A las 11:30 nos reparten las medicinas. Ya me esperan el capellán y mi compañero de curso. Éste último me comenta que el abogado de Madrid ha ido a Milán, por otro caso, y no ha podido venir a verme. Ya ha leído la Sentencia y las Actas del juicio. A ver qué visión se ha hecho de la situación. Por lo visto, mi ex compañera de instituto lo llama continuamente por teléfono y el otro día le aconsejó tranquilizarse y le advirtió que él no trabaja bajo presión.
                A las 12:00 locutorios. Encontré bien a todos. Me cuentan que las niñas se quedaron en casa de unos amigos y que mañana celebrarán el cumpleaños de la pequeña. También me cuentan que han desviado el teléfono fijo al móvil para que mamá esté más tranquila y salga algo de casa. Les cuento anécdotas de la celda y los inquilinos en plan socarrón para que se rían un poco.
                Papá me dice que me cobran 900 euros por el seguro del coche así que le digo que lo dé de baja. También me ha llegado la documentación para la Declaración de la Renta y se ha encargado de cumplimentarla.
                18:10 Los sábados se hacen eternos por las tardes. Llega la Semana Santa. Muchos días festivos. En prisión son más largos que los laborables. No voy a poder celebrar los oficios de la Semana, el capellán no vendrá todos los días. Bueno, vivir en prisión es vivir la Pasión. Aunque hoy me falta ánimo para rezar. Me falta fuerza y tengo miedo a derrumbarme. Me siento cansado. El ver alrededor tanta injusticia me hace sentir mal. El no ver el sol me hace vivir en tinieblas. El estar rodeado de personas cuya cordura no es demasiada agota. El ambiente es muy adverso y no sé qué es lo que quiero. Necesitaría un poco de tranquilidad, menos tensión, salir a pasear aunque fuese bajo la lluvia. Procuro sonreír siempre a todos pero, ahora, tengo ganas de reventar a llorar. Me gustaría algún momento de soledad para poder liberar el almal el corazón.
                Escribo a una señora de una de las parroquias, a mi ex compañera de instituto y a un joven que fue monaguillo.  Sólo me apetece escribir.
                Delante de mí tengo la imagen de un rostro de Cristo ensangrentado. Me mira y lo miro. Sus ojos parecen hablarme. “Cuento contigo para darme alegría…” reza una de las frases impresas junto a esta imagen. Alegría. Un santo triste es un triste santo. Hay que vivir con alegría, ésa que sólo el Señor nos da. La tristeza es aliada del enemigo. Mirar ese rostro ensangrentado del Señor, sin embargo, me llena de tristeza. La injusticia cometida con Él es la mayor de la historia de la humanidad. Todas las injusticias no equivaldrían a la cometida con Él. Pero cada injusticia que se le hace a cada hombre en cualquier época y en cualquier rincón es también una nueva injusticia contra Él. Él ama la justicia y el derecho. Él ama la verdad y la honradez. Él ama el perdón y la reconciliación. Detesta el engaño, la falsedad, la mentira.
                Es sábado, día especialmente dedicado a María. “Te he dado a mi Madre”, “ámame tal como eres”, “…hazlo a través de su Corazón Inmaculado”.
                ¡Señor! Ayúdame a vivir la alegría en medio de la adversidad. Ayúdame a ser fiel como tu Madre, a permanecer activo al pie de la Cruz. Ayúdame, Señor, a ser tu Cirineo, a llevar tu Cruz sin quejarme ni entristecerme. Señor, te amo. No merezco tu amor. Mi amor es muy poco para ofrecerte a Ti.  Mi vida, por dura que hoy sea, es muy pobre, muy poca cosa, nada… ¡Tú, Señor, mereces mucho más! ¡Tú nos lo has dado todo! ¡Yo quiero darte a Ti mi corazón entero, pero no sé! Ayúdame a saber entregarme por entero y radicalmente a Ti. ¿Qué es esta celda, esta prisión, esta injusticia comparada con tu dolor, con tus azotes, con tu Pasión? ¿Qué es la traición que me han hecho comparada con la traición que Tú has recibido y con las que sigues recibiendo? ¡Señor, te quiero amar como soy! Sé que tienes sed del amor de los hombres. ¡Ayúdame a amarte con todo mi corazón, con toda mi alma, con todo mi cuerpo, con todo mi ser y mi estar!
                19:53 He rezado el breviario. He tomado alguna nota de la segunda lectura del Oficio, de San Gregorio Nacianceno, obispo: “Si eres Simón Cireneo, coge tu cruz y sigue a Cristo. Si estás crucificado con él como un ladrón, como el buen ladrón confía en tu Dios”.
                Creo que también yo estoy crucificado con Él como un ladrón. Quiero confiar en mi Dios. Quiero no desesperarme en la cruz y seguir alabando al Señor. Quiero decir como aquél: “acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino”.
                Como en la otra ocasión que estuve en prisión preventiva recuerdo el pasaje evangélico del Calvario en el que el buen ladrón ganó el paraíso por misericordia del Señor.
                20:12 Acabo de recibir dos cartas de dos sacerdotes. Uno de ellos, que me sustituye en las parroquias, me habla de una Carta al director que envió a un periódico y me envía número de su DNI y del de una catequista. El otro sacerdote, más joven, muy cariñoso, ha conseguido que sus letras me emocionen especialmente. 

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