domingo, 23 de diciembre de 2012

Reflexión (8) Feliz Navidad


                 Hay expresiones a las que estamos tan acostumbrados que quizás pierdan su genuino significado. He tenido la enorme suerte de vivir muchas y santas Navidades. Sin embargo, he de reconocer, hubo una que marcó en mi vida un antes y un después. ¡Sí! Mi primera Navidad en la cárcel.  Creo que fue la más espantosa de mi vida. En mi diario escribí sobre aquella Noche Buena: “no quiero transcribir lo sucedido no sólo por propia vergüenza sino porque dicen que el tiempo todo lo borra y espero que cuando relea esta página ya no sepa sobre qué escribía”.
                Hoy no puedo dejar de pensar en quienes en estas entrañables fechas sufren por cualquier motivo. Reconozco que son días para muchos de enorme tristeza, de melancolía, de sentimientos encontrados. Pero precisamente por ello, no puedo dejar de escribir en mi blog unas palabras de invitación a la esperanza y felicitación. La Navidad es para mí, fundamentalmente, un canto a la Esperanza. Un tiempo en el que se nos recuerda que, como canta Laura Pausini, hay “ángeles que van, amor, bajo el cielo azul, tratando de alcanzar esa estrella que jamás se apagará, que volverá a brillar”. Un tiempo en el que se nos recuerda que en medio de las preocupaciones, de las tristezas y angustias, de las crisis, tenemos una respuesta definitiva, la del Enmanuel, la del Dios con nosotros que, lejos de ignorarnos y despreocuparse de nuestros problemas, quiere hacerse uno de los nuestros para que le ayudemos a instaurar su Reino. Es Él quien viene a nosotros, a nuestro pesebre, a nuestro corazón indigno siempre para recibirlo, porque quiere cambiarlo, transformarlo, llenarlo de su Amor. Por eso, “cómo ignorar, cómo se puede estar, indiferente así, inmóviles así… Cómo puede ser, escuchar sin conmoverse. Regalemos una cosa al mundo, un montón de amor y paz. Ya no hay razas, los colores sobran, porque el corazón lo puso el mismo, tu Dios y el mío”. (Laura Pausini).
                No puede haber navidad triste si abrimos nuestro corazón a la Esperanza y dejamos que Dios nazca en Él. Aunque tengamos problemas, aunque estemos lejos de nuestras familias, aunque en nuestra vida todo sea oscuridad, su Luz brillará si la dejamos entrar. El ejemplo de abrir el corazón a Dios lo tenemos en Santa María. “Nuestra Señora oye con atención lo que Dios quiere, pondera lo que no entiende, pregunta lo que no sabe. Luego se entrega toda al cumplimiento de la Voluntad divina: he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc. 1, 38). ¿Veis la maravilla? Santa María, maestra de toda nuestra conducta, nos enseña ahora que la obediencia a Dios no es servilismo, no sojuzga la conciencia: nos mueve íntimamente a que descubramos la libertad de los hijos de Dios (cfr. Rm. 8, 21)” Es Cristo que pasa, n.173.
                Omnia vincit amor! ¡Feliz y Santa Navidad! a todos y todas los que me leéis. ¡Feliz y santa Navidad!, especialmente, a quienes sufren por cualquier causa. 


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